El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC), dependiente de la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte, ha presentado el catálogo de la exposición ‘La Máquina española. Donación de Pepe Cobo’, que pudo verse entre el 29 de octubre de 2021 y el 20 de marzo de 2022, una aproximación a la labor desarrollada por el fundador de la mítica galería sevillana, Pepe Cobo, que ha donado al CAAC 47 obras de su colección vinculadas a esa etapa. El libro, editado por la Junta de Andalucía, cuenta con textos de la comisaria de la muestra, Laura Revuelta, del artista Rafael Agredano y de la especialista Mar Villaespesa.
El catálogo se abre con una sugerente entrevista en la que Cobo repasa el recorrido de la galería sevillana desde 1984 (en sus sedes de las calles Pastor y Landero y San Fernando) hasta enero de 1988, y revisa la revolución cultural que supuso La Máquina Española a finales del siglo XX por su afán de aunar la idea del arte sin fronteras con una combinación de artistas andaluces y extranjeros de la más rabiosa contemporaneidad. «Es un documento muy revelador de una época, de lo que se hizo desde La Máquina Española y cómo se hizo, y de la repercusión que tuvo en la ciudad y fuera de ella», constató el consejero de Turismo, Cultura y Deporte, Arturo Bernal.
Al igual que ocurriera con la exposición homónima, la obra recopila una amplia documentación y reproduce fotografías, artículos de prensa, invitaciones, folletos, catálogos y otros materiales de archivo que testimonian aquellos años en los que una generación de jóvenes pintores, en su mayoría estudiantes en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla, se agruparon en torno a la revista ‘Figura’ (1983-86), convertida en órgano de expresión y plataforma artística.
La publicación, con diseño de Teresa Barroso y Ana Díaz, e imágenes de Pepe Morón, Luis Pérez-Mínguez y Eduardo Trías, sigue de cerca las obras donadas por Pepe Cobo, su propia personalidad iconoclasta como galerista y también, la de los artistas a los que lanzó y apoyó desde La Máquina Española: Rafael Agredano (Córdoba, 1955), Patricio Cabrera (Gines, Sevilla, 1958), Ricardo Cadenas (Sevilla, 1960), Pepe Espaliú (Córdoba, 1955-1993), Federico Guzmán (Sevilla, 1964), Guillermo Paneque (Sevilla, 1963) y Antonio Sosa (Coria del Río, Sevilla, 1952). «Empecé desde cero con ellos porque eran los que mostraban una inquietud mayor y, aunque tenían todavía muy poca obra, me gustaba su actitud rupturista y su búsqueda de una figuración más política y crítica», defendió el galerista.
Pepe Cobo había tomado prestado el nombre de La Máquina Española de unas sátiras políticas de Francisco de Quevedo en un intento real y contundente de remover el adormecido ambiente artístico sevillano de la época y de criticar «la obsesión por la localización de los artistas en plena construcción del nuevo estado de las autonomías». Su propósito era superar esas divisiones geográficas y convertir su galería en un foco vanguardista tomando el relevo de la de Juana de Aizpuru, que acababa de marcharse a Madrid.
La Máquina Española tuvo varias sedes en Sevilla. Desde 1984 hasta 1987, estuvo situada en el número 22 de la calle Pastor y Landero, en el barrio del Arenal. Entre los años 1987 y 1988, abrió sus puertas en la calle San Fernando.
En 1988 Cobo traslada La Máquina Española a Madrid, que se inaugura en enero de ese año con una exposición de la artista norteamericana Cindy Sherman. En 1990 regresa a la sevillana plaza Cristo de Burgos hasta 1991, y volvió a reabrir en este mismo espacio como Galería Pepe Cobo desde 1999 a 2001. La última galería que tuvo en Sevilla estuvo situada en la calle Cardenal Cisneros entre 2001 y 2004.
Pepe Cobo y los artistas de La Máquina Española rompieron moldes y crearon incomodidades para, desde ellas, hacer pensar. Esa capacidad del arte de regenerar, cambiar y evolucionar fue la que experimentaron en los años 80, mediante contactos y conversaciones intelectuales que permitieron el crecimiento personal de todos ellos.
El libro rastrea también la implicación cultural de los principales medios de comunicación activos en aquel momento (como El Correo de Andalucía, ABC, El País y Diario 16) y sirve como homenaje a la figura del recordado Pepe Espaliú, cuya profundidad y cultura enciclopédica le hizo ser «mucho más que un artista al que representaba para erigirse como un verdadero colaborador».
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